Ayer a la que pasaba por el cuarto de estar a recoger algo
de la cocina, mi estudiante holandesa Myrthe tuvo la necesidad de hablar
conmigo.
Empezó a contarme que estaba leyendo en Factbook al novio de
una chica que iba en el avión derribado. Enseguida a Myrhte se le quebró la voz
y se echó a llorar sin consuelo, porque (me explicaba) no entendía cómo podían
pasar esas cosas. Cómo una chica de su misma edad, que estudiaba también
derecho y a la que, como a ella, le encantaba viajar y conocer gentes y
lugares, podía acabar así tan de repente.
En fin... no tiene más. Le dí un pañuelo, un abrazo e intenté
hacerle sentir mi pesar y mi común no entender.
Pero un rato después, viendo cómo le ha afectado a ella esta
tragedia de su país, me ha hecho pensar en el mío. En “mi gente”.
Me ha hecho pensar en “cómo nos reíamos” o, como poco, “qué
exagerados” nos parecían los estadounidenses ante el 11S.
- Uy! Otro programa “in memoriam”, uy! Otra canción que no
ponen en la radio para que la gente no esté triste, uy! Más gente donando
cosas, uy! Cuánta gente a favor de devolvérsela...
Os acordáis? Yo sí me acuerdo.
Recuerdo que también a mí me llamaba la atención la forma de
empatizar de toda una nación. Recuerdo a los actores y actrices llorando, como
si se les hubiese muerto su propio padre...
Así se sienten los holandeses ahora...
Y enlazando sentimientos... igual ahora me regañáis u os echáis
todos encima por lo que voy a escribir, pero... enlazando sentimientos, pensaba
que había algo de diferente entre ese sentir, ese pesar de mi estudiante
holandesa y el sentir con el que nosotros, los españolitos de a pié (y ya ni te
cuento los de vehículo oficial) aceptamos nuestras tragedias.
No sé... me dió la sensación de repente de que nosotros
tenemos como... unas tragaderas más grandes, un asumir la fatalidad más
liviano, un “qué le vamos ha hacer” en la boca. Una conformidad?
Puede que sea porque llevamos mucho más tiempo viviendo con
la tragedia, con el terrorismo en casa, por ejemplo. Que nuestra historia esté
marcada todavía por una guerra relativamente reciente... puede que estemos
acostumbrados? acostumbrados a sufrir y reparar con más premura?
Sí sí, ya sé que en cada atentado, que en nuestro 11M o en
cualquier tragedia, el pueblo español se echa a la calle, colabora como nadie,
dona lo que no tiene... somos buena gente!
Pero no sé. No sé explicároslo... No sabría argumentaros en
qué me baso para deciros que YO (porque esto es un pura reflexión personal)
siento como si a algunos de fuera, a algunos privilegiados de fuera, la
tragedia les pega más fuerte y o les queda más grande.
Será sin duda la falta de costumbre... mayores tragaderas (y
esto debe ser una cuestión de supervivencia pura y dura...) tienen las madres
en África o los países que viven sumidos en guerras desde nadie sabe cuánto
tiempo...
Qué opináis?
Por tu culpa Be!
Buenas noches
sssshhhhhhhhhh!!
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