domingo, 14 de marzo de 2010

Tarrinas de mantequilla

“Hatari”. Es una película genial de Howard Hawks, con música de Henri Mancini y protagonizada por un John Wayne en una de sus facetas, a mi parecer, más “tiernas”.
Sé que algunas la conoceréis. Y me temo que muchas no, porque no veis cine “antiguo”!!! cómo puede ser???...

Pues bien me remito a esta película porque hoy quiero hablaros de bolsillos. Ya sabéis por dónde voy, verdad? (las que habéis visto Hatari)

Confieso, hoy aquí, que soy fan, mega fan de los bolsillos. Grandes, pequeños y por todas partes.

Una prenda sin bolsillos tiene menos posibilidades de acabar en mi armario que una con.
Me encantan los muebles con bolsillos. Tuve una cama que los tenía.
Y mi madre, cuando éramos pequeñas, nos compró un bolsillo enorme de Hello Kitty, que se colgaba en la pared, para meter la ropa sucia.
Ahora mismo tengo enfrente unos bolsillos importantes. Estos más pequeños, son tres, uno debajo del otro, hechos con tela de saco y cada uno con una palabra; facturas, correo y varios. No son especialmente bonitos, pero eran de mi tito Juan y por eso son tan importantes.
Sé que los pantalones con muchos bolsillos hacen más gorda y son incluso horteras, pero he tenido unos cuantos.
Y confieso (esto si me da un poco más de vergüenza) que usé riñoneras y era felíz! y... que tengo uno de esos chalecos, igualito al Pocket (Pocket es un tío super majete que captura jirafas y rinocerontes con John Wayne. Es su mano derecha a pesar de que éste le levante la chica…) que usaba en los campamentos. Sí, tenía bolsillos de todos los tamaños! Incluso uno grande en la espalda donde cabían un cuaderno o una carpeta tamaño cuartilla. Durante un mes, podía llevar encima una papelería, un neceser, una ludotecas, un kid de supervivencia, comida, medicinas aguja e hilo el dinero los documentos… y dos mil chismes más que siempre acababa necesitando alguien.

Espero con entusiasmo el día en que me llegue el grupo de Facebook de fans de bolsillos. No seré la única!...

El otro día al cambiar de abrigo, caí en la cuenta de que hay un elemento común y curioso en muchos de mis bolsillos. Tarrinas de mantequilla.
- tiene una explicación! Tener fe!

Me gusta desayunar fuera de casa. Es uno de mis pocos vicios. Y el lugar más habitual suele ser Viena Capellanes. Está bien de precio, el café es pasable y las barritas y tostadas las mejores.
Las mejores porque antes de ponerlas en la plancha las empapan de mantequilla y quedan doraditas y jugosas. Peeeero… ay! Amigas! La mantequilla engoooorda una barbaridad! Así que yo me auto engaño, y me siento menos pecadora no añadiendo la tarrina que te adjuntan en el plato.
Antes, la devolvía sin más. Pero también vivo sola. O casi. O a veces. Y hay alimentos de primera- segunda necesidad (huevos, leche...) que no compro porque acaban caducando casi enteros. La mantequilla. Pero:
¿y cuando quieres hacer puré de patatas?
¿O untar una bandeja para que no se pegue algo?
¿o tienes que envolver una pastilla para que se la coman los gatitos?
¿o viene alguna amiga a casa y te pide mantequilla para el pan?
Aquí está la solución.
Las tarrinas mantequilla de las barritas y tostadas que me como en Viena, acaban en mis bolsillos - destino a mi nevera. Pero el despiste hace que entre un lugar y otro, las pobres tarrinitas pasen días, semanas o meses en mis bolsillos.
- hale! Misterio resuelto!

Hoy os hago participar:
¿QUÉ COSA CURIOSA SOLÉIS LLEVAR EN LOS BOLSILLOS?

Sé que Santiago Carrillo lleva siempre clips en sus bolsillos. Los usa a modo de amuleto.
Sé que Emilio Aragón lleva bolitas diminutas que le gusta redondear cuando piensa.
Y vosotras? Qué me contáis de los bolsillos? A favor? En contra?

Y ver la película…

Por tu culpa Be!
Buenas noches sssshhhhhhhhhh!!