miércoles, 27 de marzo de 2013

"Mi segundo tesoro. Tigger (El gatito de alcantarilla)"



Estaba echando un vistazo a los primeros post que empecé a escribir. Y he encontrado “Mi quinto tesoro: Ruri”. Siempre me pasa, que por muchas veces que relea las entradas, siempre se me ocurren miles de cosas que debería haber adicionado. Tenéis suerte! Suelo contenerme bastante cuando escribo por aquí... aunque parezca increible.
Así, a la historia de Ruri podría añadirle miles y miles de anécdotas más y miles y miles de frases para que os llegue un poquito del amor que le profeso. Pero bueno, a lo hecho pecho. No le tocaremos una sola coma.
Y en ese post os prometía seguir con las historias de los otros cuatro tesoritos. Creo que ya a pasado demasiado tiempo así que hoy os hablaré de “Tigger, mi segundo tesoro”.

Septiembre de... hace ya once años! Mi hermana llevaba días encerrada en casa con su amiga Diana venga a estudiar (no recuerdo cuál de las carreras). De vez en cuando se tomaban un descanso y daban un paseo. Y en uno de estos, suben y me cuentan que en la alcantarilla frente al Café Comercial hay atrapado un gatito bebé. A mí me enternece, claro, pero no le doy más vueltas.
Un par de días después paso por esa esquina y - Oye! Aquí está el gatito todavía!
Tan pequeño en ese sitio tan frío y sucio, maulla que te maulla. Corrí a los chinos de la esquina y le compré una latita de atún. Y al echársela ví que tenía también unas bolitas de pienso. 

Sabréis que soy extremadamente tímida, más por aquel entonces... de esas a las que le da vergüenza pedir un vaso de agua al camarero o agacharme a recoger una moneda por si piensan qué estoy haciendo...

Así que yo le pongo mi latita de atún y me voy. Imagino que tarde o temprano saldrá por donde entró...
Esa misma noche no podía dormir, me lo imaginaba ahí solito y asustado y pensé en sacarlo. Aprovecharía que eran las tantas de la madrugada y que nadie me vería. Cogí mi linterna y ahí que me fui.
Cuando llegué y alumbré dentro de la rejilla, ahí estaba él mirando con curiosidad. Pero vaya, por más vueltas que le dí al asunto, esa rejilla estaba pegada al asfalto y no había forma de sacar al gatito... Fracasada, regresé a casa, con el firme propósito de llamar a la Protectora Animales por la mañana para salvarle. Y llamé. Los de la Protectora son uno estúpidos, ya os lo digo... me dicen que no, que ellos no pueden perder el tiempo en esas cosas (en proteger a un animal?! No entiendo...) me dicen que llame a los bomberos. Y los bomberos, infinitamente más amables y empáticos, me explican que si el gato no es mío, no pueden venir a rescatarles y me sugieren preguntar al Servicio de alcantarillado.
Allá voy yo... tercera llamada en media hora. Pero si la Protectora de Animales me mandó al pedete, imaginaros dónde me mandaron los del Servicio de Alcantarillado...
Me dí por vencida. Los animales no son tontos así que tarde o temprano encontrará la forma de salir de ahí.

Pasaron los días, las semanas! Mi hermana su amiga, incluso mi madre y yo, nos asomábamos casi a diario a ver si el pobre bicho seguía ahí atrapado. Los vecinos ya nos habían comentado que llevaba muchos más días y que también ellos le echaban comida, leche... yo le tiré un elefantito de goma para jugar.

Un día empezó a llover! Uno de esos tormentones de verano! Y no os podéis imaginar cómo bajaba el agua por la esquina de la glorieta y entraba en la alcantarilla! Se ahogará! Desapareció. Durante los próximos cuatro días no hubo ni rastro del gatito. Yo lloré, me enfadé y después asumí. Pero llegó mi madre y me dijo;
        -    A que no sabes a quién he visto? Al gatito!

Qué alegría más grande! y qué enfado! Bajé a verle, ahí estaba.
No puede ser!!!
Crucé a las cabinas de teléfono frente a Springfiel y volví a llamar a los bomberos.
Esta vez me hicieron caso. Creo que debían estar muy aburridos. Me preguntaron si me haría cargo del gatito cuando lo sacasen;
        -     Por supuesto!

Esperé no más de diez minutos, cuando oigo las sirenas de un enorme camión de bomberos que baja a toda prisa desde Quevedo. Y como si del incendio de "El Coloso en llamas" se tratase, aparcan con un frenazo en la esquina contraria a la que yo estoy. Y saltan del camión ocho, OCHO!! Bomberos como ocho castillos, con sus cascos, sus hachas, sus cuerdas, sus linternas!! Todo esto por un gatito?...
Al ver que los bomberos se despliegan por toda la glorieta en busca de la alcantarilla en cuestión, yo, completamente avergonzada, decido hacerles unas señas para indicarles “la posición”.
Y ahí donde estén un buen grupo de bomberos, habrá siempre un buen corrillo de mujeres y hombres interesados en el rescate.
Yo no podía alucinar más... o sí!!
Uno de los bomberos, se me presenta, con dos besos y todo, después se quita el casco y nos muestra su tinte verde. El otro bombero me suena, sale en las series de la tele! Y el otro, el que se lía a mazazos contra el suelo para separar la rejilla, se encuentra un euro y me dice;
      -     Toma! Para la comida del gatito!
Yo estaba completamente colorada. Color así como rosa fluorescente?
La gente que se amontonaba alrededor cotilleaba;
-         Qué ha pasado?!
-         ..una bomba...
-         Que no señora, que es un niño que se a quedado atrapado!!
Y un loco que pasaba por ahí gritando;
      -      y toda esta gente?! Ni que fuesen a sacar a Maikel Jattson!!!

Con todo este jaleo, los mazazos, la gente chillando, el 149 y el resto de coches pitando para poder pasar... claro, el gatito se escondió vete a saber dónde y los bombero no fueron capaces de sacarle.
-         Te dejamos la rejilla despegada y si cuando se tranquilice consigues sacarlo, ya nos mandas una foto.
 Así pasaron más de dos semanas en las que yo me sentaba en la acera al lado de la rejilla jugando con el gatito con un cordón o llevándole latitas para que se asomase lo justo para que yo pudiese meter medio cuerpo en la alcantarilla y agarrarlo.
Los vecinos ya me conocían y se paraban a preguntarme;
-         qué hay? Sale?
Hasta el del 149 se paraba y abría las puertas del autobús para preguntarme.
Al fin, un sábado, tras más de media hora de vigilancia, el gatin asoma el cuerpo y yo consigo atraparlo.
Le llevé al veterinario. Que lo lave!, lo desparasite! o lo que sea que haya que hacerle después de un mes en una alcantarilla!
Me explica que está más limpio que yo. Que está completamente sano y que es un macho. Me explica también que apenas tiene dos meses y que la madre a tenido que estarle visitando, porque sino no habría sobrevivido. El gatito de alcantarilla...

Le llevé a casa. Me daba miedo que Cleo le viese y quisiese comérselo, ya sabéis, esos estúpidos tópicos de perros y gatos. Cleo le ignoró completamente. Y el gatito encontró refugio detrás del mueble de la tele. Ahí pasó un par de días.
El tercer día llegué del instituto y encontré a mi perra tumbada panza arriba y al gatito mamando de ella amasando y ronroneando como loco.
Ese fue el comienzo de una preciosa amistad.
Y esa misma noche, cuando dormía, sentí que algo me subía por las piernas, por la espalda y luego una naricita húmeda que rebuscaba entre mi pelo dónde engancharse. La oreja! La encontró!
Y así fue el comienzo de nuestra preciosa amistad.

Tigger es tierno, es muy sensible. Incluso algo tontorrón. Acostumbrado a rodearse de hembras, se deja querer y hacer. Cleo le crió primero y luego, cuando llegó Tatti, Tigger decidió que esa gatita diminuta que al principio le aterraba, iba a ser su compañera inseparable, la que le limpiase las orejas, la que jugase con él, la que marcase los ritmos, la que averiguase si el intruso que entra en casa es amigo o enemigo – si Tatti se atreve, voy yo también. Y! La que tapase sus cacolas! Porque sí, el machin es un mimado y se lo consentimos todo.
Y él feliz jugando. Primero con Cleo, jugaba tanto que ella acababa agotada. Y yo me ponía celosa! hacerme caso!
A él le gustaba esconderse en la vuelta del pasillo y esperar a que Cleo volviese de recoger al Señor Oso y asaltarle cual fantasma. Jugar entre las patas de la mesa del comedor, meterse dentro del forro del sofá, jugar a despertar a Cleo de un manotazo mientras duerme, dos mil millones de ratones... y en el Castillo! A correr por el pasillo! A toda pastilla! Solo o huyendo de las chicas.
Y si no juega, pues hecho una rosquita, pero nunca solo. Con Cleo, con Tatti o conmigo. Así todos amontonaditos con los motores encendidos. RRRRRRRRRR....
Tigger nos adoptó y decidío que seríamos sus mamás. Que mamaría de donde buenamente le dejasen, y le dejamos después de once años!, que bebería de las tazas, nada de bebederos! O si acaso del chorrito del grifo que pide que le abras.
A cambio él no nos deja comer tranquilas, tiene que estar encima, se impaciente y maulla cuando los invitados se alargan, nos muerde el edredón para que juguemos a las tantas de la madrugada o no nos deja levantar del sofá porque tiene que estar como poco en el regazo, si no es espachurrandote el pecho o pegando su naricita fría a tu cara, cuello y oreja.

Os podría escribir diez mil monerías, diez mil anécdotas, diez mil quieros que se me caen a su paso, o lo largos e insignificantes que se hacen los días en que nos vemos pocas horas... o lo frío que está el sofá cuando se enfada y se queda solo en la cama. De los millones de ratones y pelotas y gomas de pelo y plumas y demás cositas pequeñas que hagan ruido con las que hemos jugado, aunque nada como atacar mi antebrazo, y mi mano asesina. Y de lo mucho que habla. Tigger habla todo el rato...
Y es que el gatito de alcantarilla es un pesao en ocasiones, pero solo él y yo y un poquito Tatti, entendemos cómo y cuánto nos queremos. Somos... inseparables.
Mi pequeña gran familia.
   

domingo, 10 de marzo de 2013

Mi primer recuerdo "chispas"

Hace ya tiempo, puede que años!, propusiste a tus “amigos” en Facebook, que narrasen el primer recuerdo que tenían contigo o de ti. Me tentó dejarlo todo y sentarme a contarte, así de sopetón mi gran momento, pero… esto era algo especial y gracias a las gracias, no lo hice.
Hoy, ahora, no será un gran momento; llevo unas semanas emocionalmente complicadas y estoy en una posición incomodísima; medio tirada, con el portátil sujeto entre mi maltrecha rodilla y el plumier de madera, mal apoyada en el cojín de estrellitas y con Tigger en el huequito entre mis piernas. Pero bueno, ahora o nunca, casi mejor…
Creo, y solo creo; porque después de un montón de años de montones y montones de cartas largas, algo aburridas y demasiado sinceras, en general… que no te he contado esto nunca Noni.


“Sicilia, 1965” jijijiji.... noooooo
 “Chamberí, 1984 “, primer día de curso. Curso nuevo, colegio nuevo, compañeras nuevas... qué locura!
Llegué a las monjas con pocas o ningunas ganas. A mí me gustaba mi Montessori; mi chalet en mitad del campo, lleno de pinos y ruedas de coche para jugar en el recreo, mi clase de 12 compañeras Y! compañerOs, mis profes, mis teachers que eran meros compañeros de educación... mi comedor guión gimnasio... la libertad!
De repente, ahí estaba yo. En mitad de un convento, en un aula enorme con crucifijo, cuadros de payasitos con leyendas de “sed buenos y el señor os amará” y un cuadro en poliespan con la entrada del Quijote “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...”. Rodeada de 40 chicas. Todas con sus babis impolutos, sus coletitas perfectamente simétricas y sus bocadillitos bien envueltos en albal para el recreo. Bien calladitas y ordenadas en fila en la pared.
Ese fue el momento en que yo sentí por primera vez que el destino empezaba a equivocarse conmigo...
Bueno, en mitad de ese orden de vocecillas y risas nerviosas vuestras, entró en clase Sor Esperanza. (en un estupendo juego de palabras os diré que de Esperanza no tenía más que el nombre, puesto que conmigo no malgastó más de dos clases en todo el curso... esto será otro post). Pues bien, Sor Esperanza, entró y nos amontonó a todas al final de la clase.
- Ahora os asignaré los pupitres por orden de estatura- dijo.
Y en ese momento todas os pusisteis de puntillas entre jijis para no ser seleccionadas para las primeras filas.
Hoy os puedo decír, chicas, que en esos momentos me sentí como si me hubiesen abducido unos extraterrestres. Raro, raro, raro!!!

Y este es el momento. Este es el exacto momento en que yo me fijo en una niña preciosa con unos ojos impresionantes y llenos de cosas que decir. Mi primer recuerdo de ti. Y el momento en que supe que eras una persona que debía mantener en mi vida a toda costa.

Ese primer año, apenas cruzaríamos dos palabras. Yo era para vosotras algo así como Mowgli. La niña rara que hacía cosas raras como silbar o jugar al futbol en la clase de gimnasia rítmica. Ese año solo me “ajuntaban” las internas, las otras “apestadas” de nuestra pequeña sociedad. Pero vaya! Cómo culparos, si a partir de la segunda semana Sor Esperanza sacó mi pupitre a la galería.
No sé cuánta gente podrá decir que ha hecho un curso entero en el pasillo del cole... yo hice todo 4º y parte de 5º y 6º.

En 5º no recuerdo cómo ni de qué manera... supongo que tuvo algo que ver sentarme al lado de A.E, tu muy mejor amiga, empezamos a jugar juntas en los recreos de media mañana. Jugábamos mucho a los detectives. A.E y yo éramos los detectives y tú la mujer que nos llamaba porque había encontrado algo en su casa... ese año, fui un poquito más aceptada. En el fondo tenía yo mi gracia, verdad? Esa cosilla rebelde. Y bueno, ya que aceptabais a los chicos (ese año entraron 4 en nuestro curso! Menudo revuelo!) podíais aceptar a la rara también.
Así los cuatro chicos y yo, nos acostumbramos a jugar a la comba, a la goma, a “frutas frutas fuera”, al látigo y a churro.
Ese año yo repetí curso. Recuerdo cuando Sor Carmen se lo comunicó a mi madre (pobre Sor Carmen... ella tenía más fe en mí. Su diamante en bruto me llamaba. Pero vaya, hacerme repetir curso fue la mayor pérdida de tiempo de esa buena mujer). Recuerdo que tú y A.E estabais sentadas en las escaleras de salida del cole y yo intenté pasar corriendo para que no me preguntaseis qué tal mis notas. Pero al saltar a vuestro lado me preguntasteis, y yo sin siquiera pararme os dije – repito!... qué vergüenza me dio.

Milagrosamente el curso siguiente nos hicimos muchísimo más amigas. No estábamos en la misma clase, pero sí compartíamos todos los recreos. Recuerdo esos recreos contigo, con Obi, con Be, con Carmen, Lourdes, Gemma y Manolo, Iván y Valentín.
Qué momentos felices...
Fue ese verano en el que te escribí por primera vez. Recuerdo el día; estaba en casa y decidí coger un cuaderno de rayas de Mickey y un boli bic rojo. Me senté en el salón de mi casa y te escribí no sé qué cosas. Que eras super especial, que eras mi muy mejorcisima amiga y que quería ser tu amiga para siempre... algo así, no? (no os riáis! Que tenía doce añitos!)

Me contestaste al inicio de curso. Que no sabías si querías una muy mejor amiga o si yo podía serlo, pero que te parecía bien que nos escribiésemos. Auch!! qué daño a mi corta edad! pero eh! eso mejor que nada!!
Desde entonces cientos y cientos de cartas. Primero en mano. Después, cuando dejaste el cole, a través de tu hermana y por último por correo. Yo siempre escribí más. Madre mía! Vaya tostón te daba! Te contaba lo que me pasaba, lo que sentía, lo que soñaba... como si fueses mi mismo diario y con una confianza y una fe ciega en que leerías sin juzgar, sin mal pensar y por supuesto guardando tooodos mis secretos.
Peeeeeero... el tiempo pasó. Y el tiempo hizo distancia. Distancia física! No habrá habido una sola semana en mi vida en la que no hayas aparecido en mi pensamiento de uno u otro modo.

Y así tú dejaste de escribir y yo pasé a escribir de dos veces por semana a una al mes, una de vez en cuando y una al año...

Hace relativamente poco, cuando la distancia era más larga que nunca, llego a casa y enciendo el ordenador. Facebook. Y leo: Noni quiere agregarte como amiga.
Madre mía!!! Qué vuelco al corazón!!! No podía creerme que me buscases!!! Recuerdo haberme puesto nerviosa como una chiquilla y darles besos a los tesoritos de emoción!!!

Así volviste a mi vida. Y además trajiste a Obi y a Be. Y al resto de las chicas, pero eh! entre las cuatro “las tortugas” hay algo super especial.

Resumiendo, diré que me hace increíblemente feliz tenerte en mi vida tal y como quise a los ocho años.Que ahora eres una muy buena amiga y que jamás pensé que sería tan especial esta historia y esta relación nuestra. Y que increíblemente a pesar de los casi 20 años de separación, de las vidas diferentes que hemos llevado y demás, tenemos mucho mucho en común. Como regalarte un cuento sin miedo a parecerte una pirada? o hablarte de mis creencias sobre educación, sobre las relaciones, sobre la vida. La esencia?

Por supuesto, se puede leer entre líneas y acertar que hubo algo de amor en esta historia. Me enamoré con ocho años y lo descubrí muchos años después. Después que tú. Y a día de hoy... pues quién sabe si se puede “amar” a una amiga. No tiene la mayor relevancia. Pero que nos queremos un montón y que seguiremos haciéndolo, eso no tiene precio.

Y aprovecho el final de este post para decirte lo importante de tu apoyo y tu involucración en este último año caótico que me tiene muerta de miedo. Gracias! Que me sigas apoyando y regañando! Y que no vayas a cambiar nunca! Ni me dejes cambiar a mí! Porque me gusta creerme que soy algo parecido a lo que me haces reflejar de mí misma. Bddllle, vaya frasecita, menos mal que tú tienes ya un master en traducir lo que escribo...

Tu amiga "grillito" que te quiere.



Por tu culpa Be!

Buenas noches sssshhhhhhhhhh!!