martes, 4 de diciembre de 2012

Sara

https://www.youtube.com/watch?v=Ydi84qnYp8c

(esta canción me la regaló ella en su día. Yo se la regalo de vuelta que sé que le gusta tanto...)


A pesar de lo mucho que me quejo (creo que con razón) de las penurias que me tocan en esta vida, sé y reconozco que tengo mucha suerte también, porque en el camino he encontrado a dos personas que siempre me acompañan y apoyan.
La primera es mi hermana. No necesito deciros más.
La segunda es Sara.

Hace ya más de 20 años, en el primer verano de campamento...
Mi primera imagen de ella? Pequeñita, morena, con sus rizos locos. Sentada en una piedra en mitad del río charlando en un perfecto y fluido inglés con alguna de las monitoras inglesas (MissVirginia tal vez). La miraba desde el agua y pensaba lo bien que hablaba. Para aquel entonces yo ya estaba en “territorio monjas” y había perdido mi lengua de trapo a la inglesa que fue en su día tan fluida como la de “la niña esa”.
Ese año no coincidimos en el mismo grupo. Sara y yo nos llevamos un par de años. Ese año todavía no nos conocimos.
El año siguiente sí.
Ese año y los diez o doce siguientes, compartimos grupo, cabaña, excursiones, aventuras, canciones, lecciones de guitarra, gymkhanas de barro, hierbajos y agua helada del río. Montañas escaladas, botes de leche condensada, tropezones, “una rosa es una rosa”, crema solar, viajes en el suelo de la furgoneta rodeadas de hojas de lechuga, intimidades y colocaos con las cocineras hasta las tantas, fiebres, dolores varios, la luna y aquella estrella que se nos cayó a la vez. Miedos entre vacas y toros, risas, infinitas risas, calcetines, calzada romana arriba, calzada romana abajo, calzada romana a través, calzada romana a toda pastilla. Partidas de futbolín, pequeñas rebeliones, noches sonámbulas con Belén Seoane, orquestas de pueblo y bailes hasta el amanecer, segundos turnos!, hogueras, “madre anoche en las trincheras”, el juego de los chinos a ver quién friega los platos con el agua helada en la cena. Avispas, helechos, perder a un amigo, dolor. Las clases de nudos y los nudos imposibles, bingo!, misa a la sombra del chopo, las siestas a la sombra del chopo, las guardias, los desamores, las luciérnagas de las escalera de cemento, la pastelería de Hoyo casero, el jabón lagarto, la cantimplora para lavarse los dientes y no bajar hasta el baño, el agua con sabor a lápiz, la hora de “venta”, el arco y las flechas, las olimpiadas, cruzar la carretera, cruzar el río por las piedras movedizas con las manos llenas de leña. El sombrerito de Don Gerardo, las dudas existenciales, los partidos de baseball, la lluvia, mucha lluvia, aquel incendio, algún accidente importante, la manzanilla...

Los primeros años éramos muy pequeñas y apenas compartíamos esos 15 días de verano y un par de cartas durante el resto del año. Pero luego crecimos. Y crecimos.

Encontrar una amiga, es una cosa muy grande. Encontrar a Sara, aunque ella sea pequeñita, es muy grande.
Porque nunca hay tiempo suficiente para contarnos todo lo que nos preocupa, nos divierte, nos emociona. Nunca hay tiempo suficiente para hacer cosas juntas. Hay tantas cosas que hacer juntas!
Sabéis esa persona con la que podéis hablar de cualquier cosa, sin que os juzgue, os critique u os mire con las cejas levantadas?
Sara me conoce... mejor que yo misma diría. Mejor que mi madre sin duda. Sabe perfectamente qué hay en mi mochila. Mis traumas, mis dolores, mis miedos, lo que me hará sonreír, lo que me hará disfrutar... Y conociéndome, conociéndome como era hace unos años, algo así como un armadillo de doble cerramiento y un plástico extra no vaya a ser que se cuele algo... lo que ha hecho Sara conmigo es una verdadera proeza. Me río yo de los de Al filo de lo imposible!

Tardé algo así como dos semanas en decirle que Cleo ya no estaba. Me llamó, seguramente sospechando que algo pasaba tanto tiempo sin llamarla.
- Hola
- Hola qué tal?
- Bien y tú?
- Mal.
- Qué ha pasado.
- Lo peor.
En menos de media hora estaba llamando a mi puerta!!!
Me abrazó y lloró conmigo. Justo lo que necesitaba. Y es que ella es maravillosa, porque ella, sabe esas cosas.

No puedo describir en un post cuantísimo la quiero... espero que todos tengáis la suerte de tener a alguien la mitad de parecido, por lo menos.

Por mi parte... intento estar a la altura. Intento estar cuando me necesita. Intento saber cuándo me necesita y de qué manera. Si necesita charlar lo que barrunta, si necesita desconectar de ello...

Sara me hace llorar. A veces necesito llorar y a veces me atasco.

Y me hace reír. Reir  a carcajadas. Solo con ella consigo reír así. Llorar de risa!

Hace ya unos dos años que aburrida de no encontrar un trabajo que le llenase, decidió marchar a París a trabajar a Euro Disney y aprender francés.
La echo tanto de menos...

Ella es una cabezota (como yo) anti globalización, anti “sistema” o al menos anti sistemas informáticos o redes sociales. Ni Facebook, ni tweeter... y apenas utiliza el mail. No lee mi blog!!! Así que entre eso y que a las dos nos puede el contacto escrito en la distancia... apenas mantenemos relación. Hablamos una o dos veces en los meses que se va y en plan telegrama.
- iré en julio!!!
- Qué días?!!!
- Estás bien?
- Y tú?!
- Un beso IdefiXXX!!!
- Un beso AsteriXXX!!
(asi, a gritos de la emoción)
Somos un desastre.
PERO! Pero no importa. No importa cuán lejos esté o cuánto tiempo pase sin hablar de nuestras cosas. Nuestras cosas, lo que hacemos, lo que nos pasa... pasan. Lo que somos sigue siendo lo mismo, creo yo, que en esos 15 días de verano y campamentos.

Esta es mi amiga Sara. Qué suerte tengo.


Por tu culpa Be!

Buenas noches sssshhhhhhhhhh!!




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