domingo, 30 de diciembre de 2012

24 de Diciembre

Evidentemente no es 24 de Diciembre ya.

Este año “me” y “le” traiciono y llego con retraso. Pero solo aquí al blog.

Es imposible que este día, el 24 de Diciembre, el día que hace años yo elegí como nuestro, se me pase desapercibido.
Es una locura porque es pasar la hoja del calendario (creo que lo he escrito bien. La palabra calendario sabéis que me cuesta) ver Diciembre y automáticamente se pone en marcha la bola con su nombre.

Esto de las bolas no lo he explicado nunca. Procedo;

Es una definición, como... muy gráfica, de los sentimientos y de el lugar que ocupan ciertas personas en mi cabeza- corazón.
Son bolas de nieve. De repente una persona aparece en tu vida y te pega, como una bola de nieve, que no puede pasar desapercibida, porque es bonita, es divertida, es fría! porque te espabila de un letargo de “nada”, pero su sensación es cálida, intensa, loca...
El momento de “la pegada” es el momento en que le pones nombre a la bola y el mismo momento en que empieza a rodar rodar y rodar. Y sabéis que pasa cuando las bolas de nieve ruedan, todas lo habéis visto en los dibujos. La bola crece y crece hasta que se detiene o se rompe.
Podéis imaginarme por dentro, como una U de esas de los skaters. Nunca se me ha roto una bola.
Sí consigo que se queden quietas. Unas puede que para siempre y otras por tiempos determinados. Pero cuando están en marcha! Cuando están en marcha es ese momento en que todo te da vueltas. Todo les hace referencia, una canción, una palabra... todo parece sentirse más intensamente. Cuando están en marcha es como para volverse loca. Pero también es de esos momentos en que te sientes más viva que nunca (para bien y para mal)...

Resumiendo, y en una frase que ya me habréis leído y que ahora tendrá más sentido;
“El amor, se me hace bola”

Y yo vivo con mis bolas preciosas.
Unas están cerca, recolocadas. Es muy emocionante que estén ahí, porque la esencia persiste. Y si se han recolocado bien es genial compartir con ellas la vida. Disfrutarlas, gozarlas.

Otras se mueven en cuanto recuperas el contacto, en cuanto las piensas, en cuanto se acuerdan de ti y te regalan unas mariposillas. Esas son las que se sienten juguetonas. Se mueven traviesas y te hacen reír. Te dejas llevar e imaginar un poquito...

Otras, algunas duelen. Rezas por que no se meneen cuando has conseguido pararlas en el filito de uno de los bordes. Ay! Que no se muevan más! Si las piensas malo y si no las piensas peor. Si las mantienes cerca ¡auch! pero si las alejas te mueres de dolor. Son las que hay que dejar que se vayan equilibrando o en una de esas te arriesgas a que te aplasten. Y esto es una U, pueden aplastarte indefinidamente.

Y otras bolas son las que fueron. Las que parecen de otra vida. Ya no duelen, tampoco provocan mariposas y tampoco están recolocadas. Están ahí, como en una “pausa” que sabes es para siempre.

“Él es mi preciosa y preciada bola pausa”
Y es la bola que se pone en movimiento en Diciembre. No crece. Es la excepción de las bolas. Y se mueve porque yo la impulso.
Su sensación es cálida, amable, tierna, silenciosa pero llena de música. Lleva gafas de sol y va en patinete. Y trae “la otra” gran bola de la mano.

Aquí es donde yo le pienso en voz alta. Aunque sepa que no lo sabe. Esperando que me sienta un poquito...
Feliz cumpleaños pequeño.

Y a vosotras lectoras y lectores míos, desearos con todo el retraso del mundo, feliz Navidad y felices post para 2013. Los míos y los vuestros. Gracias por leer tantas tonterías, eso sí, escritas con amor.

Ah! Y si os quedó curiosidad, remitiros a los post “ÉL” y “Oh oh oh!!! MERRY CHRISTMAS!!!



Por tu culpa Be!
Buenas noches sssshhhhhhhhhh!!







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